Vuelvo a abrirme el pecho y a mostrarte la entraña sangrante
La persistente
lluvia no deja de lavar, las culpas Iquiteñas pero, puede hacer doler muy
profundo las heridas que algunas veces tuviste en el lomo, como Vallejo, mi
hasta ahora respetado Presidente Vizcacarra, te estás llenando de asesores, que
cuidaran que esas heridas no sangren,
pero te seguirán doliendo, porque ese
escarlata que ves en el cielo procede del caucho robado asi como esos peces
rojos exquisitez de los ingleses, no hubo miles de kateneres defendiendo la selva de la maldad, hubo quien arranco los
abrigos de piel de Otorongo para los finos cuellos de las mujeres de los
asesinos, en Windsor que conseguían con
el fino arte que aprendieron de sus guerras sin sentido, engañaron a los monos
que, a los que mentían como a sus parientes hombres, los amarraban como presas para el predador al que mataban a nombre
de la elegancia y la prostitución así
arrumaron pieles de otorongo, mientras devoraban a las aves de plumaje fantasioso, ni
muerto como el oro, ni vivo como las especies , no se detuvieron la catástrofe, la gente de Iquitos se
acostumbro a vivir del bofe de la servidumbre. Belem fue quemada y los
iquiteños eligieron dos veces al asesino
ARANA y nosotros nos olvidamos de
Katenere, es que estaban los curas que nos enseñaban a perdonar y olvidar y a desaparecer
la historia, no conoces nuestra historia no sabes cómo tuvimos que lidiar con
los funcionario y los delincuentes que están llegando ahora gracias a ti a
quitarnos nuestras casas, a aumentar el hambre, cuando hemos olvidado el
mensaje de los bosques
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